quinta-feira, 9 de maio de 2013

LUCHA CONTRA LOS MALOS

Robert de Langeac
La vida oculta en Dios

En el mundo espiritual, el alma interior es una fuerza. Ama a Dios. Y nada es tan fuerte como el Amor divino. El alma interior lo impone a quien la conoce como tal y también a quien no la conoce. Es una fuente de energía; los débiles vienen a beber en ella. Los fuertes encuentran allí con qué fortificarse todavía más.
Pero los malos la temen instintivamente. Los demonios le hacen la guerra, y, a veces, una guerra cruel. Pero es ella la que triunfa. Pues no sólo llega a rechazarlos, sino incluso a derrotarlos, por la sola acción de su corazón unido a Dios. Incluso puede expulsarlos de aquellos a quienes poseen o a quienes obsesionan. El alma tiene en su mano, a su disposición, todos los medios de que se sirvieron los Santos en el transcurso de los siglos para vencer al mundo, para derrotar al demonio y para vencerse a sí mismos. Y aunque jamás haya oído hablar de tales medios, los emplea. El Espíritu Santo, que la mueve en todas las cosas, se los hace descubrir. Ella es muy feliz luego cuando se entera de que tal Santo, o tal alma piadosa, utilizó antes que ella ese mismo procedimiento para obtener o hacer obtener la misma victoria. Hay una maravillosa armonía entre las obras de Dios, aunque estén separadas por siglos enteros. En todas las épocas, incluso en las más sombrías, ha tenido Dios sus amigos fieles, sus defensores intrépidos, sus capitanes audaces, para dirigir valerosamente el buen combate, cada uno a su manera, y para dar valor y confianza a las almas de buena voluntad.