Robert de Langeac
La vida oculta en Dios
¿Por qué la palabra matrimonio? Por el carácter indisoluble de esta unión.
Produce confirmación en gracia; por lo menos San Juan de la Cruz así lo dice. Se trata de un contrato irrevocable, de una fe jurada para la Eternidad. Tú, Dios mío, amarás siempre a tu Esposa y ella te amará siempre. El alma interior así lo entiende. Tiene de ello una persuasión íntima que vale para ella, pero que no podría atestiguar fuera, puesto que no puede, probarla. Por lo demás, a pesar de esa firmísima seguridad de la que tiene conciencia, sobre toda en ciertos momentos, el alma no cree estar dispensada en lo más mínimo de las reglas de la prudencia cristiana en el ritmo ordinaria de su vida. Ve, por el contrario, con la claridad de la evidencia, cuán indispensable le es someterse a estas reglas y no apartarse para nada de las vías de la obediencia. Dios la conduce e ilumina a quienes la dirigen en su nombre. Y ella está en paz.
EL ALMA PARTICIPA EN LA VIDA TRINITARIA
Tú, Dios mío, creaste las almas a tu imagen, las hiciste semejantes a Ti. Luego les comunicaste tu propia vida. Bajo las sombras de la fe creen ellas lo que Tú ves; esperan lo que Tú posees; aman lo que Tú amas, es decir, a Ti mismo. Las almas, gracias al principio sobrenatural de vida que Tú insertaste en lo más profundo de ellas, pueden, pues, alcanzarte a Ti mismo en tu vida íntima, comulgar verdaderamente en esa vida bienaventurada, decir a su manera tu adorable Verbo, producir a su vez tu Espíritu de Amor. Y luego, bajo el impulso dulcemente irresistible de ese Espíritu divino, las almas pueden refluir hacia Ti, ¡oh Padre, oh Hijo!, y reanudar constantemente, con un goce constantementerenovado, ese delicioso y sosegado proceso. ¿Hay en el mundo nada más bello que un alma que vive de tu vida, Dios mío?
Llega un momento en el que quieres que el alma que así la vive bajo las sombras de la fe vea disiparse de repente esas sombras casi por entero. Una misteriosa claridad la penetra por todas partes. Está totalmente iluminada dentro de sí por ella sin que sepa bien cómo, sin que vea el foco de donde brota tan dulce luz. Bajo la influencia de ese rayo de fuego el alma se ve a sí misma viviendo de tu vida, comulgando en el conocimiento y en el amor que tienes de Ti mismo, pronunciando el Verbo del Padre, exhalando el Espíritu de Amor del Padre y del Hijo; ardiendo en la caridad del divino Espíritu, adorable Trinidad. Está más bella
que nunca. Pues todo es en ella, como en Ti, orden, poder, esplendor, armonía y
paz.