segunda-feira, 28 de outubro de 2013

Fiesta de Cristo Rey, por Benito Baur O.S.B.

Fonte: En Gloria y Majestad

"El Señor es Rey."

   1. Un día de acción de gracias al Padre por haber constituido Rey y Señor de todo a su divino hijo, que tan profundamente se anonadó en su pasión y muerte. Un día de acatamiento al Hombre-Dios, a Jesucristo, al cual se le ha concedido todo poder sobre el cielo y sobre la tierra. "Él domina de un mar a otro, desde el río (Éufrates) hasta los últimos confines de la tierra. Le acatan todos los reyes de la tierra. Le sirven todos los pueblos" (Gradual). Acatémosle y sirvámosle también nosotros, hoy y siempre.

   2. "Yo soy el Rey." Un gran momento en la historia de la humanidad aquel en el que Jesús, arrastrado por los judíos, es presentado ante Pilatos, ante el representante del poder pagano, del poder romano. "¿Eres tú el Rey de los judíos?" —le interroga Pilatos. Y otra vez: "Luego, ¿tú eres Rey?". Jesús le responde: "Sí; yo soy Rey. Para esto precisamente he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad"(Evangelio del día), para fundar "el reino de la verdad y de la vida, el reino de la gracia y de la santidad, el reino de la justicia, del amor y de la paz" (Prefacio). "Mi reino no es de este mundo." Es el reino divino de la santa Iglesia, un reino lleno de gracia y de verdad. Es el reino divino en el que se proporciona la salud a los enfermos, la luz a los ciegos, la libertad a los cautivos. Es el reino divino en el que nos libertamos del dominio y del poder de Satanás y del pecado, en el que nos hacemos dueños de la vida divina, de la libertad divina, de los bienes divinos. Es el reino de la santa sociedad con Dios. Una sociedad llena de paz, de alegría y de felicidad. Un gozoso y beatificante dominio de Dios en nuestra alma. Este señorío divino consiste en la presencia y en la acción de Dios en nosotros, en la radicación en Dios de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, de nuestra voluntad y de toda la vida de nuestra alma. Todo esto, en virtud de nuestra unión vital, de nuestra unidad de ser con Cristo, con la Cabeza. Este reino de Dios fué fundado por Jesús con sus enseñanzas, con su ejemplo y, sobre todo, con su muerte de cruz. Él es el Rey de este reino. Él fué quien creó sus leyes y sus estatutos. A Él se le concedió también toda la potestad judiciaria (Jn. V, 22). Ante Él tienen que doblar su rodilla todos los seres del cielo, de la tierra y de los infiernos. Todos tienen que confesar: "Tú eres el Kyrios, el Señor" (Phil. II, 10 11). Nosotros acatémosle alegremente y cantemos con el Introito: "Digno es el Cordero, que fué inmolado (en la cruz), de recibir la potestad (la potestad regia) y la riqueza[1] y la sabiduría y la fortaleza y el honor. A Él sean la gloria y el imperio por los siglos de los siglos." "El Señor se sentará eternamente como Rey: bendecirá a su pueblo con paz" (salud, redención, gracia, felicidad eterna) (Comunión).


   "Dios nos trasladó al reino de su amado Hijo" y nos hizo participantes de los bienes de este reino. "En Él, en Cristo, poseemos la redención por su sangre, el perdón de los pecados." Y, con la redención, con la liberación del dominio del pecado, poseemos también la vida de la gracia, la filiación divina, el poderío sobre el mundo, sobre la carne y sobre el poder de las malas pasiones, el triunfo sobre Satanás y sobre la muerte eterna en el infierno, la libertad interior del espíritu y del corazón en la posesión de la vida divina por medio de la gracia santificante. Además de esto, poseemos también la esperanza de ser admitidos algún día en el futuro reino de la bienaventuranza eterna. "Demos gracias al Dios Padre que nos hizo dignos de participar de la herencia de los Santos en la luz. El nos arrancó de la potestad de las tinieblas y nos traslade al reino de su amado Hijo."

   "El (Jesús) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de todas las criaturas", el Hijo eterno de Dios, Dios de Dios. Luz de Luz, engendrado, no creado. "En Él fueron creadas todas las cosas. Todo fue creado por Él y para Él." Todo cuanto de grande y bello encierra el universo es propiedad suya, fue creado por El y para Él. Él es el legítimo Señor del espíritu, de la voluntad, del corazón, del cuerpo, del alma, de los pensamientos, de las inclinaciones y de los deseos del hombre. A El pertenecen el cielo y la tierra, el espíritu y la materia. El tiene la potestad y el derecho de servirse de todo lo terreno, según mejor le convenga, para el logro de los fines de su reinado espiritual. "Él debe poseer el primado en todo, pues plúgole a Dios que habitase en Él, en el Hombre-Cristo, toda la plenitud" (de la perfección de Dios). El es el Rey. Sea también Rey mío. Reine en mis pensamientos, en mi voluntad, en todo mi ser y en toda mi vida. Yo lo acato, le sirvo y vivo para Él y para todo lo que Él desee y quiera de mi.

   3. Alegrémonos con la santa Iglesia de que el Padre lo haya constituido Rey y Señor de todo. "Pídemelo —le dice el Padre a Cristo, al Señor- y te daré en herencia los pueblos y en posesión todos los confines de la tierra" (Ofertorio). El Señor es Rey. Dirige y gobierna con mano fuerte su reino, la santa Iglesia, nuestra alma. Los poderes enemigos acometerán en vano a este reino. "No temáis, rebaño minúsculo: plúgole al Padre daros a vosotros el reino" (Luc. XII, 32). Nosotros consagrémonos a Cristo, al Rey, y consagrémosle también todo lo nuestroChristus vincit, Christus regnat, Christus imperat — "Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera."


Oración.

   Oh Dios omnipotente y eterno, que quisiste restaurarlo todo en tu amado Hijo, al que constituiste Rey del universo; haz que todos los pueblos, disgregados a causa de la herida del pecado, se sometan al suavísimo imperio del que vive contigo y domina como Rey por los siglos de los siglos. Amén.



[1] Así el texto original. La Vulgata traduce «divinidad», leyendo divinitas en vez de divitiae.