(Suplicando ao Sagrado Coração de Jesus)
Por la señal de la Santa Cruz , etc.
Oración para todos los días
¡Señor mío, Jesucristo! Postrado ante tu divina presencia, yo te adoro con el mayor rendimiento, y reconociéndome indigno de que mi oración te sea acepta por la enormidad y multitud de mis infidelidades, yo te suplico humildemente te dignes mirarme con ojos de misericordia y concederme el perdón de todos mis pecados, por los méritos infinitos de tu Sangre preciosísima, así como la asistencia de tu divina gracia para preservar en tu servicio hasta el último momento de mi vida. Amén.
Oración a María Santísima para todos los días
¡Dulcísima Madre nuestra, consuelo de nuestra vida!: a tu purísimo corazón acudimos llenos de la mayor confianza: en tus virginales manos venimos a poner nuestras súplicas en sufragio de las Animas benditas del Purgatorio, y especialmente por la de tu siervo . . . . . . . . . . ¡Oh María!, por aquel inmenso dolor que tu alma sintió cuando recogiste el último aliento de tu Hijo Santísimo, te pedimos que te apiades de las desoladas almas que gimen en medio de las llamas de aquella mansión de incomprensible dolor. ¡Oh, Madre! ¡Oh, Madre!; por amor de Jesús, oye nuestros ruegos, acoge los sufragios que te presentamos para el alivio y eterno descanso de aquellas hijas tuyas; tu poder no tiene límites; puesto que el Señor te ha hecho la dispensadora de todas sus gracias, derrámalas sobre aquellas infelices; apaga el fuego que las abrasa; sacia el deseo que las consume de unirse a su divino Esposo; pon término pronto a su terrible angustia, y que el fruto que obtengamos en esta Novena no sea otro que la glorificación del alma por quien te pedimos a fin de que vaya a entonar cánticos de alabanza y de acción de gracias a la Trinidad augusta por toda la eternidad. Amén.
Deprecación a la Beatísima Trinidad para todos los dias
¡Padre omnipotente y eterno! , por el amor con que amas a tu Hijo divino, y por el amor con que su Santísimo Corazón corresponde al tuyo, concede a las benditas Animas del Purgatorio el alivio y eterno descanso y especialmente a tu siervo . . . . . . . . . . Amén.
Padre Nuestro y Ave María. – Gloria a Dios en los Cielos y Paz eterna a las almas de los fieles difuntos. Amén.
¡Verbo divino hecho hombre por nosotros!, por el tierno amor con que María Santísima te amó al primer latido de su purísimo Corazón, en el primer instante de su Concepción Inmaculada, concede a las Animas benditas del Purgatorio y especialmente a la de tu siervo . . . . . . . . . . el alivio y eterno descanso. Amén.
Padre Nuestro y Ave María. – Gloria a Dios en los Cielos y Paz eterna a las almas de los fieles difuntos. Amén.
¡Espíritu consolador!, por el amor divino con que amas y asistes a tu inmaculada esposa, la Santa Iglesia , te pedimos como hijos fieles de esta tierna Madre que concedas a las benditas Animas del Purgatorio y especialmente a la de tu siervo . . . . . . . . . el alivio y eterno descanso. Amén.
Padre Nuestro y Ave María. – Gloria a Dios en los Cielos y Paz eterna a las almas de los fieles difuntos. Amén.
Oración para el primer día
¡Corazón Sacratísimo de Jesús, fuente inagotable de amor y de consuelo, cabeza divina del cuerpo místico de la Iglesia !: deseosos nosotros de unirnos a los sentimientos de la ardiente caridad en que Tú la amas y la asistes, es nuestra intención en este primer día alcanzar la bondad sin límites la gracia particular de que salgan de las prisiones del Purgatorio las almas de los prelados príncipes de la Iglesia y ministros tuyos que se encuentran expiando sus faltas en aquellas cruelísimas llamas. Que tu Sangre sacratísima haga eficaces nuestras oraciones que unimos a las de toda la Iglesia , y logren esas almas que quienes te pedimos especialmente en este día la felicidad de ver rotos los lazos que la aprisionan lejos de Ti, llámalos a todos con tu dulcísima vos y no les retardes por más tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María
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SEGUNDO DÍA (26/10)
Todo como el primero, excepto la siguiente oración, que varía todos los días.
¡Corazón amantísimo de Jesús, Rey divino, ante quien todo vive!: te adoramos humildemente, y llenos de fe y de esperanza en tu divina Palabra nos reunimos ante tu presencia soberana para suplicarte especialmente en este día, que libres prontamente de las llamas del Purgatorio a las almas de aquellos hijos fieles de la Iglesia que Tú colocaste en vide mortal como autoridades temporales en la sociedad cristiana; premia hoy, Señor, la pureza de su fe abriéndoles las puertas de ese cielo por el cual tan angustiosamente suspiran; llámalos con tu divina voz y no les retardes por más tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María
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TERCER DÍA (27/10)
¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, Padre Nuestro, Padre de infinita misericordia! : hoy venimos con el espíritu angustiado a pedirte por nuestros padres. ¡Oh, Jesús, Jesús hijo de María!, por el amor singularísimo con que Tú amas a tu inmaculada Madre y a tu padre adoptivo, el gloriosísimo San José, te suplicamos rendidamente que oigas nuestros clamores en este día. Señor, Señor, que no permanezcan ya ni un momento más en el Purgatorio las almas de nuestros padres, que recojan el fruto de las oraciones de sus hijos, que vayan cuanto antes a ceñir la inmortal corona que se labraron con los cuidados y los trabajos, que les costó nuestra existencia. Llámalos, oh, Jesús, con tu dulcísima voz, y no les retardes por más tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María
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CUARTO DÍA (28/10)
¡Amorosísimo Corazón de Jesús!: tu divina palabra nos ha prometido escuchar nuestros gemidos, especialmente cuando te los dirigimos reunidos en tu santo nombre. A Ti, pues, acudimos en este día para pedirte especialmente por el alma de tu siervo . . . y de todos aquellos miembros queridos de nuestra familia que nos acompañaron en este vida mortal, y que quizá estén esperando ahora el auxilio de nuestros sufragios, en medio de los tormentos con que expían faltas que quizá agravan nuestras mismas conciencias, perdónanos. Señor, para que te sea agradable nuestra oración, y óyela para que todos esos fieles difuntos que no están unidos con los lazos de la sangre, se vean libres de los que los retienen en la terrible mansión del Purgatorio. Llámalos, oh, Jesús, con tu dulcísima voz y no les retardes por más tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María y Réquiem aeternam.
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QUINTO DÍA (29/10)
¡Corazón sacratísimo de Jesús, abismo de amor, que pusiste como carácter distintivo de tus fieles discípulos la unión que debe reinar entre ellos!: hoy venimos, divino Maestro a implorar tu misericordia sobre las almas de aquellos con quienes Tú mismo, Señor, nos uniste en este destierro con los lazos de una sincera amistad y especialmente por la de tu siervo . . . Sé Tu también. Dios nuestro, el vínculo que estreche nuestros corazones en el santo gozo de tu amabilísima presencia, y para eso rompe las cadenas que los retienen lejos de Ti, y no sufran por más tiempo la angustia de ausencia. Llámalos, oh, Jesús con tu dulcísima voz, y no les retardes por más tiempo del bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María
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SEXTO DÍA (30/10)
¡Corazón santísimo de Jesús, centro divino de todas las perfecciones! ; un deber de justicia nos trae hoy a tus pies a mover los auxilios de tu divina gracia a favor de las almas de los fieles difuntos que en vida mortal fueron nuestros bienhechores y especialmente a la de tu siervo . . . Tú Señor, que condenas la ingratitud con tan justo rigor y, que tan benigno eres con los que corresponden fielmente a los beneficios que Tú derramas sobre ellos, mira con ojos de misericordia a aquellas almas que tanto bien nos dispensaron en este mundo, y dígnate retribuirlas, gran Dios por la gloria de tu nombre, con la vida eterna. Llámalas, con tu dulcísima voz y no les retardes por más tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María
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SÉPTIMO DÍA (31/10)
¡Oh, Corazón de Jesús, abismo de incomparable ternura!: con el mayor rendimiento venimos hoy a implorar tu infinita bondad sobre las almas de tantos infelices que mueren en el mundo entre los horrores de la guerra, ese azote que nuestros mismos pecados provocan. Señor, ya que tantos desgraciados sucumben fuera del seno de su familia en esas crueles luchas que encuentren en tu Corazón amorosísimo un asilo de paz y de ventura, que después de librarlos de las penas eternas, haga volar cuanto antes a sus almas a gozar del eterno descanso de tus elegidos. Llámalos, oh, Jesús, con dulcísima voz, y no les retardes por más tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave María
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OCTAVO DÍA (01/11)
¡Oh, Corazón justísimo de Jesús!: aunque sabemos que en tu divina providencia no hay ser ninguno olvidado, y que como Padre tan amante como poderoso provees el remedio de las necesidades de todos los seres es nuestro intento en este día unir nuestros afectos a los tuyos, y venimos a implorar tu divina clemencia para aquellas almas del Purgatorio que están mas olvidadas y sufren mayor desolación y especialmente a la te tu siervo (a) ............ ......... .Llámalas, oh Jesús, con tu dulcísima voz, y no retardes por mas tiempo el bien infinito de tu divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave Maria
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NOVENO DIA (02/11)
¡Oh, Corazón benignísimo de Jesús!: acoge los ruegos que hoy te dirigimos especialmente por nuestros difuntos. ¡Oh, Señor!, ya que en tu vida mortal se unieron a nosotros para procurar copiosos sufragios a las almas del Purgatorio, que encuentren ahora el premio de su caridad y recojan el fruto de tus promesas. No desoigas nuestras súplicas, Dios de misericordia; os las presentamos en el Corazón amantísimo de vuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María; un deber muy sagrado nos impone la obligación de instaron para que cuánto antes rompáis la cadena que retienen en el Purgatorio aquellos hermanos nuestros y especialmente a la de tu siervo . . . Llamadlos con vuestras dulcísima voz oh, Jesús y no los retardéis por más tiempo el bien infinito de vuestra divina presencia.
Jesucristo, óyenos; Jesucristo escúchanos.
Padre Nuestro y Ave Maria