Las Benditas Ánimas.
2 de Noviembre: Conmemoración de todos
los Fieles Difuntos.
Nota del Blog: tomado de "Sed Luz", Tomo 3, de Benito Baur O.S.B. (1946).
G. Doré. |
1. "Hoy se celebra la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos. La Madre Iglesia se preocupa por ayudar, por medio de su poderosa intercesión ante su Señor y Esposo, a todos aquellos que están todavía detenidos en el purgatorio, para que, cuanto antes, puedan gozar de la beatífica compañía de los Santos en el cielo" (Martirologio del día 2 de Noviembre). Un día de maternal y amorosa solicitud de la Iglesia por sus muertos. Su amor hacia ellos es un amor compasivo y un amor efectivo.
2. Un amor compasivo. La Madre conoce las necesidades de sus hijos sepultados en las llamas del purgatorio. Las conoce y las siente como suyas. La mayor necesidad que padecen estas almas es la temporal privación de la posesión y del goce de Dios. Es cierto que ya "descansan en Cristo". Están unidas vivamente con Él. Están en estado de gracia. Se han salvado y poseen la clara convicción de que, tarde o temprano, alcanzarán la eterna visión y goce de Dios. Sin embargo, están todavía retenidas, aun no gozan del "eterno descanso". Aun no les ilumina "la luz perpetua". Están todavía atadas con los "vínculos de sus pecados", es decir, están sujetas a las penas temporales debidas por sus pecados. Conservan todavía "la mancha de los contagios terrenos". Desean ardorosamente contemplar a Dios, entrar en la patria, llegar a la mansión "del refrigerio, de la luz y de la paz". Anhelan poseer "la dicha del reposo", gozar de la "eterna alegría en la región de los vivos". Permanecen todavía en un doloroso alejamiento de Dios. Aman a Dios, le aman a Él solo y, sin embargo, todavía no pueden poseerlo, ni contemplarlo, ni descansar sobre su paternal corazón. Aun no son dignas de acercarse a Él. Los pecados, las infidelidades, la falta de arrepentimiento y de espíritu de penitencia les han acarreado esta dolorosa y angustiada espera. ¡Qué dolor y qué arrepentimiento más hondo tienen ahora de haber pecado y de haberse descuidado! Pero... su dolor, su arrepentimiento, sus lágrimas ya no pueden valerles para alcanzar el perdón de sus faltas. El tiempo del arrepentimiento provechoso terminó con la llegada de la muerte. Ahora han entrado "en la noche, durante la cual nadie puede trabajar" (Joh. 9, 4). Lo único que pueden hacer es sufrir mucho, "sufrir bastante", hasta que purguen, hasta que expíen, por medio del dolor, la pena de sus pecados. La Iglesia conoce la necesidad, el desamparo y la impotencia en que se encuentran estas pobres almas del purgatorio. Por eso hoy se derrite de compasión por ellas y desea que también nosotros nos asociemos cordialmente o esta compasión suya.
3. Un amor efectivo. La Iglesia sabe que puede ayudar a las pobres almas del purgatorio. Puede ayudarles con su intercesión y, sobre todo, con el sacrificio de la santa Misa. Hoy ora por las pobres almas, hace que cada sacerdote celebre tres vedes el santo Sacrificio, para que, desde el altar, fluya hasta el purgatorio un torrente de gracia y, de este modo, puedan volar al cielo muchas almas benditas. Además de esto, concede hoy a todos sus fieles la facultad de aplicar a las almas del purgatorio un ilimitado número de indulgencias plenarias. Debemos identificarnos con la santa Iglesia, debemos unirnos a ella lo más estrechamente posible para hacer, como ella, de este día y de todo el mes dedicado a las Ánimas del purgatorio un día y un mes de fervoroso eficaz amor a dichas pobres almas. Oremos por ellas, ofrezcamos por ellas la santa Misa, esforcémonos por ganar muchas indulgencias plenarias y apliquémoslos a esas pobres almas.
4. En el sacrificio de la santa Misa tomemos en nuestras manos el Corazón de Jesús, la preciosa sangre redentora de Cristo, y ofrezcámosla al Padre en compensación de la satisfacción que todavía le deben las almas del purgatorio. Saldemos, por decirlo así, la cuenta de nuestros hermanos del purgatorio con la sangre de Jesús. Cuando tengamos en nuestras manos esta preciosa sangre, supliquemos:
"Acuérdate, Señor, de tus siervos y siervas que nos precedieron con el signo de la fe. Llévalos a ellos, y a todos los que descansan en Cristo, al lugar del refrigerio, de la luz y de la paz."
"Señor, te ofrecemos oblaciones y súplicas. Dígnate aceptarlas en favor de todas aquellas almas cuya conmemoración celebramos hoy. Señor, hazlas pasar de la muerte (del purgatorio, de la privación de Dios) a la vida que prometiste en otro tiempo a Abraham y a su posteridad" (Ofertorio)
Oración.
Suplicámoste, Señor, contemples propicio estos dones que te ofrecemos por las almas de tus siervos y siervas; para que, así como les concediste la gracia de la fe cristiana, les concedas también su premio. Por Cristo, Nuestro Sentar. Amén.