"¡Señor tened piedad de mí!... sufro, sí..., pero quisiera que mí sufrimiento no fuera tan egoísta; quisiera, Señor, sufrir por tus dolores de la Cruz, por los olvidos de los hombres, por los pecados proprios y ajenos..., por todo, mi Dios, menos por mí."
(Hermano Rafael)